jueves, 15 de noviembre de 2007

HISTORIA

Las primeras menciones y su nombre
Cristóbal Colón mencionó el avistamiento de animales extraños cerca de los limites del triángulo, e incluso hizo recorridos por el triángulo de las Bermudas. En un momento dado informó que él y su tripulación observaron "extrañas luces danzantes en el horizonte". En otro caso ellos observaron lo que parecía un meteoro cayendo.[2] En otro momento él escribió en su bitácora acerca de movimientos extraños de la brújula en este área.
La 1ª mención documentada acerca de desapariciones en el área se hizo en 1951 por E.V.W. Jones como periodista en el servicio de Prensa Asociada respecto a algunos barcos perdidos. El artículo de Jones notó la "misteriosa desaparición" de barcos, aviones y pequeños botes en la región y le dio el nombre de "Triángulo del Diablo". Posteriormente fue mencionado en 1952 en un artículo de Revista de Destino p
or George X. Sand, quien subrayó varias "extrañas desapariciones marinas". En 1964, Vincent Geddis se refirió al área como "El Mortal Triángulo de las Bermudas", después de esto el nombre "Triángulo de las Bermudas" se hizo común.

Respuestas racionales
El mito del Triángulo de las Bermudas fue una invención de Vincent Gaddis en un artículo publicado en 1964 por la revista pulp fiction norteamericana Argosy. Charles Berlitz lo popularizaría años más tarde gracias a su best-seller "El Triángulo de las Bermudas", donde se recopilan casos reales de desapariciones mezclados con falsedades e invenciones del autor.
Las desapariciones dentro de la zona, ya que si bien la zona es una de las que más tráfico aéreo y marítimo registran, la frecuencia de los accidentes es proporcionalmente muy baja, en comparación con otros puntos del globo. La aseguradora marina Lloyd de Londres ha determinado que el triángulo no es más peligroso que cualquier otra área del océano, y no cobra tarifas adicionales por el paso a través de esta región. Los archivos de la Guardia Costera confirman su conclusión. De hecho, el número de supuestas desapariciones es relativamente insignificante considerado el número de naves y aviones que pasan regularmente a través del triángulo.
Aunque ya existía el precedente de Gaddis, tal como se ha explicado, la tasa de accidentalidad de la zona, no ofrecían casos suficientes de desapariciones que pudiera incluír en su libro y que tuvieran algún punto no resuelto en la aclaración del accidente. Por este motivo, Berlitz recurrió a diversas estratagemas para hinchar su obra.
Varios de los barcos que Berlitz usó no se encontraban en ese enclave geográfico. Es el caso del Mary Celeste, que se hundió entre las Azores y la Península Iberica. El Freya también lo sitúa en las Bermudas, pero desaparece en el Pacífico, así como el Raifuku Maru, que desapareció en el Atlántico Norte.
Tambíen hay desaparaciones que no son tales, como las del caso de los buques de guerra Proteus y el Nereus (1941) que esta constatado que se hundieron en acciones bélicas. Para el hundimiento del Rubicon, Berlitz mintió afirmando que desapareció en circustancias de clima normal cuando está comprobado que hubo una fuerte tormenta en la zona. En otras ocasiones, recurrió a escribir sobre barcos fictícios, como el Stavenger.
Además el tríangulo de las Bermudas en una de las zonas con mas tráfico aereo y naval de todo el mundo y con incidencias climáticas como tormentas y huracanes, cosa que hace muy factible y explicable la cantidad de naves hundidas, sobre todo antes de la invención de los sistemas de navegación actuales. Estos han desbaratado la invención de Berlitz, ya que no se ha vuelto a registrar un caso de aeronave desaparecida en una de las zonas con más tráfico aéreo del mundo.

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